lunes, 8 de octubre de 2007

UN CUENTO DE PAPEL COUCHÉ



Érase una vez una niña que nació en el seno de una familia acomodada.
De padre español y madre extranjera, pasó su vida preparándose en los mejores colegios para forjarse un futuro prometedor.
Lo que ella no sabía es que el futuro prometedor que la esperaba sería muy diferente al que ella había pensado jamás.

Un buen día paseando por Marbella, capital del lujo, del derroche y del desfalco conoció a un chico, ni guapo, ni listo ni con un don de palabra arrebatador.
Jersey al cuello y zapatos castellanos quedaron grabados en la retina de la observadora Bárbara.
Sus acompañantes quedaron sorprendidas de que su amiga, aspirante a modelo, hubiese puesto el ojo ante semejante aparición.

Quedaron esa misma noche y Jorge Mari, que así se llamaba el chico, fue a recogerla con su descapotable rojo.



Fueron a cenar a uno de esos restaurantes de comida de autor de 200€ el cubierto y tras la cena a tomar una copa a una de esas discotecas solo aptas para V.I.P., en las cuales no puedes pasar en zapatillas (como diría Dani de E.C.D.L.) y donde la copa costaba la friolera de 40€.
Allí rodeada de jeques, famosos y millonarios varios, Bárbara se dio cuenta que se sentía como pez en el agua y que esa era la vida que quería llevar por los siglos de los siglos.

Tras pasar la noche juntos en una suite del hotel Guadalpín, famoso años más tarde por negocios de todo tipo, Bárbara salió con la firme convicción de que si quería ser alguien en el mundo del faranduleo y modelaje necesitaba hacer dos cosas de vida o muerte: achicharrarse el pelo a base de tintes y decolorantes hasta llegar a ser rubia y subirse un par de tallas de pecho.



Ese derroche de lujo y de dinero a raudales asomando por la cartera Gucci a punto de explotar llevaron a Bárbara Rampa a pensar firmemente que Jorge Mari se trataba de una persona importante en el mundo de los negocios, aunque su aspecto atontolinado desbarataba esa idea.

Una tarde en la peluquería, llevando a cabo el punto número uno de su cambio radical, ojeando una revista vió en la portada algo que hizo que se salieran los ojos de las cuencas y el corazón de su cajita torácica.
La exclusiva de 20 hojas a todo color contenía el posado de los “Barones Dickens-Retaudizza en Marbella con su hijo Jorge Mari.”

Su cara palideció y sus manos estuvieron temblando durante horas.
Buscó un quiosco de prensa donde comprar un ejemplar de la revista para enseñárselo a mamá nada más llegar a casa…
¡Ese chico era un buen filón y una oportunidad que no podía dejar escapar!

Pasaron los días y volvió a recibir una llamada de Jorge Mari.
Volvió a quedar con él sin titubear.

Paseaban, salían a fiestas, iban a restaurantes caros… Todo ello costeado por Papá Barón.
Pasaban las 24 horas del día juntos, no había nada que hacer en todo el día ni trabajo que lo impidiese.

Bárbara pensó que ya era hora de formalizar la relación y Jorge Mari, con el mismo poder de decisión que un pez espada, asintió…
Bárbara cenó en el pequeño palacete que la familia tenía en todo el centro de la capital.

Como muestra de agradecimiento, la modeló obsequió a Papá con un bote de fragancia Barón Dandy y para Mamá un precioso kit de complementos para el cabello.

No tardaron mucho los medios de comunicación en hacerse eco de su noviazgo. A la pobre Bárbara la perseguían a todos lados, siempre había un paparazzi a la salida del psicopedagogo, del podólogo, del psicólogo y de todos los “ologos” posibles.

Un año pasando la temporada estival y periodo vacacional de seis meses que tiene todo bicho viviente en Ibiza, no se le ocurre cosa mejor a la aprendiz de modelo que hacer un top-less… para su desgracia, había cientos de cámaras babeantes y sarnosas por retratar semejante estampa.
Fue portada de Interviú, unos hablan de robado, otros de posado y otros de posado robado… La rubita tiene las claves.

Tal era el amor de Jorge Mari por Bárbara que no dudó en poner a su nombre diversas propiedades como inmuebles y obras de arte como una prueba del verdadero amor que sentía por la no tan joven rubia.

Tras pasar por el quirófano, para quitarse aquí y ponerse allá, y por la peluquería para ser rubia, el siguiente paso era el shopping.
Jorge Mari la llevaba por todas las más caras y famosas boutiques de la milla de oro madrileña en busca de los modelos adecuados para su chica; shorts de infarto, minifaldas de vértigo, tops que dejaban a la vista de todos los públicos su envidiable figura… En poco tiempo adoptó la moda de las sex-bomb como una segunda piel para cautivar, más aún si podía, a su hombrecillo.

Mientras tanto, en uno de los palacetes de la familia Dickens, custodiaban sus bienes los Barones con puños y dientes, y discutían sobre intrascendentales temas (en manos de quien va a caer nuestra multimillonaria fortuna? Que haremos con los Monet y los Manet? Y los temas normales de toda familia…)

Bárbara y Jorge Mari anuncian la inminente llegada de un bebé.

Baronesa Dickens aconseja a la joven pareja que tengan al niño como pareja de hecho, que pasar por el altar ya no se lleva, y que con el buen tipito que tiene ella un traje de novia no lo va a lucir igual estando embarazada, pero Bárbara que es católica, apostólica y romana y de buena familia dice que no, que ella se casa como Dios manda, antes de tener el hijo y por el régimen de gananciales a poder ser, tal y como manda la madre iglesia…

Tal noticia no es capaz de soportarla el corazón del centenario Barón, que murió frente a un cuadro de Sorolla y con una copa de Carlos III en la mano.

Campanas de boda se anuncian a bombo y platillo, la pareja radiante y feliz prepara los pormenores de la boda.
Mientras la Baronesa viuda de Dickens llora, llora mares de lágrimas, no por su recién estrenado estado, si no por la inminente celebración.
La Baronesa, que más sabe por vieja que por diabla, conoce cuales son los intereses de la rubia, ya que años atrás fue ella misma la que pasaba por tal trance.

Ya tiene la pareja todo preparado. El enlace Bárbara Rampa- Jorge Mari Dickens Retaudizza iba a celebrarse, solo cabe esperar y rezar que la Baronesa no se espose ni encadene a las puertas del enlace con su ya famoso grito de guerra: “NO A LA BODA”


P.D. Cualquier parecido con la realidad es fruto de su imaginación, o en su defecto de la casualidad.


9 comentarios:

Anónimo dijo...

En mi pueblo hay un dicho "la sartén le dijo al cazo...", pues en esta historia ocurre tres cuartas de lo mismo.Lo cierto es que Bábara (que se lo ha currado para estar ídem) lleva la tira de tiempo con el baroncito (que también varoncito, pobrecillo), algo debe haber. Yo todavía creo en la bondad natural del hombre (aunque no se si mucho de la mujer, o al menos de alguna).
Tremenda historia, la realidad siempre supera a la ficción. Por cierto la baronesa que no se meta, si tiene pasta para recoger luego a su niño cuando la esposa le abandone por su entrenador personal.
Besos guapa, como siempre has estado BARBARA.

Duquesa_Van dijo...

jajajajjaja

NO A LA BODA, NO A LA BODA, NO A LA BODA.......


Genial Paul ajajjajjjaj

besiiiitos

Mariquilla Terremoto dijo...

Jajajajaja... que buenoooo.. pues que llore la baronesa que llore.. que mas "tiran dos tetas que dos carretas.." jajajaja.
...Es que en mi tierra somos poco finas.. jajaja

Me uno a Coco; no a la boda del microcéfalo con la cara de caballo!
(si.. en mi tierra tambien tenemos muy mala uvaaa jajaja)

Besos
Mariqui x

Pau Gaultier dijo...

Holaaa!
Que se ha casado Bárbara con el pobrecito chico ese con cara de pánfilo...
Ainns, que bonitos finales de historias de amor!

Lucía, no hay un dicho mejor para este caso. Si quieres te lo acabo (... apártate que me tiznas)... jajaj

Coco y Mariqui, pues yo si quiero que se casen y que le deje pelao como una rata, que fue lo mismito que hizo su mamá con el pobre difunto... Recordar que la familia de él estaba que echaba humo, sobre todo las hijas...
Y si el hijo que espera no es del tontín, pues mira... Tampoco el tontín es hijo del Barón...
Hay historias que se repiten...

Besitos!!!
Muuuak!

Cruela DeVal dijo...

Es que al final ni mis cuentos de Nadas llegan a la altura de realidad más cotidiana del papel couché...
Muuuuuyy bueno
Un beso

Ellyllon dijo...

Yo lo único que quiero es que se demuestre que la baronesa Badweisser-beer tenía razón!!!

jajajaajajaajajajajajaja

Esto es mejor que los Colby!! jajajaa

Besicos pau!!!
Elly

Anónimo dijo...

Pero bueno,vaya culebrón, como le has sacado partido !!! jajajajaja
Buenísisisisimo Pau.

Que se casen, hombre, y que la chiquilla disfrute, oyes, que la ponen de "cazafortunas" y aprovechada, pero el Jorge Mari ni es menor, ni es tonto... o sí... pero trabajador tampoco es, así que él también es un vividor en todo caso !!!

Besos nena, me alegro de estar de vuelta.

Pau Gaultier dijo...

hola chicas!
Cru, es cierto, ni los cuentos mas exagerados y rocambolescos pueden superar lo subrealista del día a día de nuestros famosos... Bueno... quizá aquel del lobo que se come los cabritillos si que supera un pco... jajajaj.
Muak nena!

Ellyyyy, jajajajaj, duquesa Budweisser???? jajajajaaja. Con "coronita" y todo? jajajaja
Eres auténtica jodía...
Muak!

Dina!! me alegro de verte reina!
cuentanos que tal guapa!
EL baroncito tonto???? nooooo, por Dios, que va a ser tonto...
Trabajador?? buaaa, menudo currante está hecho el figura....
Vamos, que creo que un fortunón de 1600 millones tampoco le va a hacer falta picar en su puñetera vida...
Un besito guapa!
Muuuak!

Carnmars dijo...

Jajajaja, muy bueno Pau, normal q el niño no obezca a la madre, sino va a pillar otra cosa, por que mira es feo...total si alguna lo va a desplumar igual, cuanto antes lo hagan mejor...Una pena esa podia haber sido yo, claro tintandome el pelo...jajaja

Besicos.